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Según datos derivados de la Organización Mundial de la Salud, el número de personas que
superan los 60 años de edad está en incremento. (OMS, 2002). En Argentina, el número de
personas mayores de 65 años es próximo al 10% de la población total nacional, y curiosamente
desde el 1991 al 2010 el porcentaje de la población de niños y jóvenes de 0 a 14 años se va
reduciendo progresivamente, mientras que aumenta en mayores de 65 años. (INDEC, 2010).
Esta tendencia en cierta forma refleja en el incremento en la expectativa de vida. Sin embargo
hay una diferencia entre la expectativa de vida y la esperanza de vida saludable. En América
Latina la primera es de 76 años, mientras que la segunda es de 67 años. (OMS, 2010).
La esperanza de vida saludable está dada por el promedio de años que una persona podría
esperar vivir con “buena salud”. (OMS, 2010). Lo cual tiene relación con la actividad física, ya
que según Landi y colaboradores (2007), la realización de cualquier tipo de práctica deportiva
está directamente relacionada con el bienestar, los estilos de vida saludables, así como la
mejora de la salud y calidad de vida.
La educación física y el deporte ofrecen un amplio abanico de posibilidades para los adultos
mayores (gimnasia, técnicas de relajación, juegos populares, actividades rítmicas expresivas,
ejercicio al aire libre o en el medio acuático, etc), y cualquiera de estas modalidades es válida
siempre y cuando permita abordar debidamente los objetivos del programa. No existen
actividades especificas para la ancianidad. Lo importante es que la propuesta sea acorde a las
posibilidades de la persona, que se presente de forma adecuada, que ocupe en la
programación el lugar oportuno y reciba un tratamiento didáctico tal que permita realizarla con
éxito. (Camiña Fernández F, y col. 2001).
Las actividades físicas no solo reportarán beneficios a nivel somático, si no que también
impactarán psicológicamente, previniendo o revirtiendo la depresión en los mayores.
(Strawbridge W.J. et al. 2002).
Las organizaciones referentes en el ámbito de la salud han establecido ciertos lineamientos
sobre actividades que deberían realizar los adultos mayores para mantenerse saludables.
Así proponen incrementar las actividades recreativas en general, los paseos, actividades
ocupacionales (cuando la persona todavía trabaja), tareas domésticas, juegos, deportes o
ejercicios programados en el contexto de las actividades diarias, familiares y comunitarias.
(OMS, 2002).
Con el fin de mejorar las funciones cardiorrespiratorias y musculares, y la salud ósea y
funcional, y de reducir el riesgo de enfermedades crónicas nos transmisibles, depresión y
deterioro cognitivo; la Organización Mundial de la Salud recomienda que:
-El ejercicio aeróbico (en sesiones de no menos de 10 minutos), llegue a un mínimo semanal
de 150 minutos si es de moderada intensidad, o en caso de ser vigoroso se sumen unos 75
minutos semanales (pudiéndose incluso realizar una combinación entre actividades moderadas
y vigorosas).
Pero, en lo posible para obtener mayores beneficios para la salud, llegar a 300 minutos
1° Jornadas Latinoamericanas de Educación Física, Deporte y Recreación para la Transformación Social.
Miramar del 9 al 11 de noviembre de 2012
semanales de actividad física moderada, o bien acumular 150 minutos
si es vigorosa.
-El ejercicio de fuerza esté focalizado sobre los grandes grupos musculares uno o más días a
la semana.
A su vez agrega que en personas con movilidad reducida se realicen actividades físicas para
mejorar su equilibrio e impedir las caídas, idealmente tres días o más a la semana. (OMS,
2002).
Vale destacar que estas recomendaciones que son atendidas por otras organizaciones, como
por ejemplo el Departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos (2008), de
modo que llegan a un sinnúmero de profesionales de la salud y profesores de educación física.